lunes, 19 de noviembre de 2007

Robert Kennedy


«Aquí estoy para hacer tu voluntad»
Dios mío, yo me abandono en tus manos.
Modela y remodela este barro como arcilla en manos del alfarero.
Dale una forma y después, si quieres, deshazla,
como fue deshecha la vida de mi hermano John.
Pide, ordena. ¿Qué quieres que haga? ¿Qué quieres que no haga?
Ensalzado o humillado, perseguido, incomprendido,calumniado, alegre y triste, o inútil para todo, sólo diré a ejemplo de tu Madre:
«Hágase en mí según tu palabra».
Dame el amor por excelencia, el amor de la cruz.
Pero no de las cruces heroicas: podrían aumentar mi vanidad,
sino las cruces vulgares, que llevo con repugnancia.
Aquéllas que se encuentran todos los días, en la contradicción, en el olvido, en el fracaso, en los juicios falsos, en la frialdad, los desaires y desprecios de otros, en el malestar y defectos del cuerpo, en la oscuridad de la muertey en el silencio y aridez del corazón.
Y entonces Tú sabrás que te amo.
Eso me basta.

(Esta oración la compuso Robert Kennedy y se la encontraron en el bolsillo de su saco el día que lo mataron.)
Le agradecemos al P. Salvador Fornielles la inspiración (pinchar acá)

2 comentarios:

Marta Salazar dijo...

hola hola! claro que... del dicho al hecho hay mucho trecho...

perdona, no pude evitar mi mordaz comentario.

Muy bueno tu blog! Llegué a él a través del de Benita.

saludos por Uruguay!

j.a.varela dijo...

Gracias Marta por tu visita.

j.a.varela