Claraboya

Aprovecho para contarles ,que todo lo sucedido bajo esta claraboya daría para un libro. La foto es totalmente actual, aprovechando un remasillado y cambio de vidrios exteriores y un cuidadoso montaje, limpieza y desmontaje de los vitrales. ¡Qué se dice fácil! El andamio fue una cucheta más una escalerilla de tres peldaños. Y el operario más vale que no lo nombre. Sólo les digo que su hija mayor, le llamaba Taraservice -¡el mundo está perdido!-

Vio pasar niños de pañales, bebés recién nacidos, Elaisa embarazada de cuarto en cuarto, mi suegra transitando a cualquier hora, ataques de asma, vómitos que siempre quedaban a mitad de camino, antes de llegar al baño, heridas en el "mueble de Carmelo" y más adelante adolescentes y jóvenes que llegaban tarde, por una fiesta pero también por una Vela al Santísimo los primeros jueves. Guerrillas entre roncadores y no roncadores. Sacos de dormir de algún amigo que se quedaba por las noches a estudiar. Madrugones, y hasta la infaltable ovejera alemana -Fanflis- tratando de pasar desapercibida para quedarse adentro de la casa. Y por supuesto eternas discusiones entre grandes, medianos, pequeños, niñas y varones. Y prefiero olvidarme de las reformas, albañiles que nunca se van, y del calefactor a leña endiablado. Y además la cantidad de "ratones" que habrá visto pasar, dejando moneditas, llevándose dientes de leche o arroces, si el desdentado de turno se lo había tragado.

¡Cuántos recuerdos! ¡Cuantas alegrías! ¡Cuánto para agradecer!