jueves, 27 de marzo de 2008

Caballería


Un mail recién llegado de Martín me recuerda que durante mi pasaje por Sanidad Militar, estuve destinado un tiempo inolvidable, en el 4° de Caballería. El "status" del médico es en un regimiento, el de un mal necesario. Sin embargo todo cambió en una mañana. Llegó el enfermero veterinario al consultorio, que tiene "status" de bien necesario, al borde de un ataque de nervios porque el tordillo del Comandante se había enredado en un alambre de púas y no paraba de sangrar en una mano. Allá fui con una pinza apropiada y mientras el enfermero lo sostenía, pincé la arteriolita que sangraba aparatosamente y luego le hice un prolijo nudillo.
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Desde entonces mi condición tolerada pero no amada, cambió radicalmente. ¡Era un médico pero sabía atender caballos! El noble bruto logró lo que mi túnica blanca nunca hubiera hecho. Me salvó de arrestos, pasé a comer a la mesa del Comandante que me concedió, magnánimo, el tuteo y hasta pude tener carpa privada en las salidas a campaña.
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El morado de las letras no es por un alargue despistado de la cuaresma, sino en recuerdo del vivo del Arma Montada.

2 comentarios:

Militos dijo...

El ejército es lo que tiene, lo primero es lo primero...
Me encanta esta anécdota.

j.a.varela dijo...

Tengo para un libro, Militos! ¿Te acuerdas de Humorismo Militar de Selecciones del Reader´s? Muchas veces me sentí "como en casa" en esa página.

Ya iré poniendo otras anécdotas y gracias por tu visita.

Juan