Este cuadro de Goya de "Niños trepando a un árbol" es una forma adecuada de introducir el comentario de Pelay:
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Nunca me caractericé por la agilidad y destreza atlética. Eso sí, tampoco me achicaba ante tal limitación... al menos al principio de la empresa. Recuerdo una vez que me subí a la casa, - me parece que en ese momento no estaba la escalera- y para bajarme me colgué de una horqueta poderosa, la rama más baja del noble cedro.
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Mis pies quedaban a bastante distancia del piso, y desde los ojos, que es por donde uno suele mirar, más lejos se veía la tierra. Así que me empezó a entrar un poco de susto, tanto que no me tiraba. Y, claro, no andaba tan bien de abdominales como para volver a subirme. El problema se resolvió con resistencia de brazos y poder de las cuerdas vocales: gritar un rato mientras aguantaba colgada, hasta que alguien se dignó pasar por ahí y subirme a caballito.
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Creo que antes de mover a compasión a este noble caballero, se juntaron varios de mis hermanos a mirar y reírse de la gorda... En fin, ni un trauma. Me sigo trepando a los árboles, aunque trato de que no me vea la gente, no se vayan a asustar...
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P.S.:Pelay, esperamos una colaboración sobre el ballet....
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