lunes, 5 de mayo de 2008

La casa del cedro.

La casa del árbol que elegimos es la de Chip y Dale, las simpáticas ardillas. Se lo habíamos prometido a Nacho en un post anterior, pero no pude encontrar registros de la original. Así que puestos a inventar, que fuera linda.
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La nuestra era muy sencilla, fuerte -una vez recuerdo que me subí y fue una prueba de resistencia interesante- hecha por nosotros y dio horas y horas de diversión a todos los niños de la casa y visitantes. Se subía por una cuerda, y creo que allí se escondía Jorge de las persecusiones de mamá. A ver si ponen recuerdos divertidos en los comentarios.

5 comentarios:

martin dijo...

paráaaaaa!!! ya le das color jovie!!! (diría carlos) no se subía por escalera de cuerda!!! en tal caso, quizá si había una cuerda, pero lo qeu está claro es que no creo que el posteador, de tan atlética figura, haya podido subir por una cuerda tipo bombero a la tan añorada casita...
eso si, había unos peldaños clavados en el tronco del árbol, que facilitaban la subida... quizá por ahí si...
bueno, slds
m

j.a.varela dijo...

Más respeto, che, más respeto.

papá

j.a.varela dijo...

Luisa:

Estas metidas de pata que solemos hacer los hombres, ponen de pánico a mi mujer. Que no sabe cómo ponerme un zapato en la boca para que me calle.

Juan

Elaisa dijo...

Nunca me caractericé por la agilidad y destreza atlética. Eso sí, tampoco me achicaba ante tal limitación... al menos al principio de la empresa. Recuerdo una vez que me subí a la casa, y -Martín, me parece que en ese momento no estaba la escalera- para bajarme me colgué de una horqueta poderosa, la rama más baja del noble cedro. Ms pies quedaban a bastante distancia del piso, y desde los ojos, que es por donde uno suele mirar, más lejos se veía la tierra. Así que me empezó a entrar un poco de susto, tanto que no me tiraba. Y, claro, no andaba tan bien de abdominales como para volver a subirme. El problema se resolvió con resistencia de brazos y poder de las cuerdas vocales: gritar un rato mientras aguantaba colgada, hasta que alguien se dignó pasar por ahí y subirme a caballito. Creo que antes de mover a compasión a este noble caballero, se juntaron varios de mis hermanos a mirar y reírse de la gorda... En fin, ni un trauma. Me sigo trepando a los árboles, aunque trato de que no me vea la gente, no se vayan a asustar...

j.a.varela dijo...

Exclente comentario querida Pelay.Y varias moralejas: los ojos son para ver, las cuerdas para gritar, tus hermanos tan bestias como siempre...

El tema del desayuno de hoy fue la caricia que le hiciste a Jorge este domingo en la cabeza. Todavía ve doble.

papá