Otro regalo para la abuela, recuerdo de la peregrinación a la Moreneta. Lorenzo, en brazos de su padre, que está aprendiendo que los niños recién nacidos no son una pelota de rugby. Por eso la mamá, madraza si las hay, observa y cuida atentamente a sus dos varones. Uno chico y uno grande, pero los dos muy enamorados.
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Aunque padre de diez hijos, ya me había olvidado un poco de la vida de una mamá de recién nacido. Cada tres horas al pecho, le dice desaprensivo el pediatra. Claro, él nunca fue mamá, y se olvida que para comer, Lorenzo quiere estar limpio y cómodo. Luego comer, lleva su tiempo. Y entonces el famoso gastrocólico. Con lo cual de nuevo a los pañales. Y al rato a recomenzar.
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Respetando las debidas distancias se entiende muy bien porqué fue una Mujer trono de Su Realeza.
2 comentarios:
Qué lindo post! Gracias Juan :) Una sonrisa para los dos de Lorenzo.
Gracias. Los extrañamos mucho.
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