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El segundo escollo fue bastante impensado. Llevábamos el número de teléfono de Graziella para ir a verla, pero resulta que no teníamos celular y allí parece que han desaparecido los teléfonos públicos. Finalmente encontré un locutorio lleno de árabes y pude hablar. Y aquí la tercera sorpresa, porque anoté en el artilugio con poca fe la dirección, y sin embargo, a los diez minutos, la voz del TomTom me dijo que había llegado a destino, y efectivamente estaba Graziella.

La cuarta sorpresa fue el regreso. Ya a esas alturas, hechos unos expertos en navegación satelital, hasta encontramos un lugar libre para estacionar a pocos metros de los Teresa y Eduardo.
2 comentarios:
Eres un as....¿no te aburrió la española mandona que da más órdenes que tu señora antes de un viaje? a mi me toca en alemán, y mi nieta, a la que sólo le hablan en castellano aprendió ahí a decir...¡achtung!. Muy germano, jeje
Gracias Ale. Lorenzo también piensa que soy un as aunque todavía no me lo diga.
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