Hoy es la fiesta de Nuestra Señora de los Treinta y Tres, Patrona de la Patria. La Santa Misa en su honor, fue una preciosidad. El Párroco, nos leyó muchos testimonios históricos de la presencia de nuestra Patrona desde las mismas instancias fundacionales de nuestra Nación. A medida que transcurría la ceremonia, el fervor patriótico iba creciendo en mi interior. Hasta que en la acción de gracias, la voz y la guitarra de un folklorista de primera categoría, entonó el Himno a la Virgen de los Treinta y Tres. Allí no me aguanté más, y al terminar, mientras todos de pie aplaudían a rabiar, me salió del alma un ¡Viva María y viva la Patria! a voz en cuello. Es que son días en que el futuro del país se juega cosas muy grandes y necesitamos que la Virgen nos lleve de la mano.
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Al que no le gustó nada la iniciativa fue al niño, por todos conocido, que estaba a mi lado. Vergüenza ajena, que le dicen, es lo que sintió el crío por su patriótico padre, mientras miraba a los lados para asegurarse que no estuvieran por allí ninguno de su amiguetes del colegio.
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A la salida ni le vi. Lo encontré en casa y me dijo que se le habían puesto colorados hasta los ojos. Y eso que ya se llevó varios de estos sustos en su corta vida..
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Tengo la casi seguridad de que ya no soy Superman para este niño. Apenas un hombre de carne y hueso. Pero con la tranquilidad de que mis otros hijos, aunque también dudosos de mi cordura, fueron contestes en afirmar que si Elaisa hubiera estado a nuestro lado, le hubiera encantado.
2 comentarios:
Juancho,
No le hagas caso al ninio ese, que no tiene ni las basicas...
Salud.
Gracias Chorches. Sabía que podía confiar en vos.
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