Teléfono, e-mail, blogs, incluso avisos radiales en medio del campo... pero nada como las tarjetas navideñas. Entrañable costumbre de raigambre cristiana que debemos esforzarnos en conservar. Y para los padres más jóvenes un consejo: autoenviarse o guardar una. Así conservarán el documento de las caligrafías infantiles y esa sencillez de los niños que ya quisiéramos tener por siempre para nosotros. Vale la pena
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