La llegada de la primavera alentó a Peco y a Eduardo a sacar a relucir sus viejas habilidades futbolísticas y rugbísticas. Así que luego de sus demostraciones que no dudamos fueron impresionantes, el fin de semana terminó con muletas y cabestrillos.
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Pero no nos asustemos demasiado. No hay que ser más relistas que el rey, ya lo dice la sabiduría popular. Y por teléfono se sentían de lo más realizados y con un punto de orgullo de su brutalidad.
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Norman Rockwell sabía de lo que hablaba cuando pintó estas láminas. Habrá que preguntarle el año que viene a Lorenzo que sintió en su interior cuando el tackle de su papá. Si orgullo de hijo o vergüenza de que sus amiguitas estuvieran mirando aquella escena.
2 comentarios:
Yo tambien disfruto de hijos jugadores de rugby y se lo que es.
Pero peor fué cuando a uno, muy grandon , le dió por el full-contac. Le ponian a luchar con los mayores por su peso e iba de 7 a 9 al gimnasio y de 9 a 11 al hospital
Un saludo
Gracias por tus comentarios María Jesúes. Hacía tiempo que no te veíamos por acá.
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