Montes es un pueblo casi fantasma. Allí floreció en otro tiempo la remolacha azucarera, con una gran planta de refinado. Ahora sólo quedan galpones deshabitados. Hacia allá marcharon Martín y Joseto para ayudar a reconstruir una escuela. Se dice fácil! Pero en lugar de estar panza al sol en la playa, empuñaron brocha y pinceles y allá fueron. Contentos ellos y contentos los del poblado. Y los tábanos, que pedían permiso antes de picar y saludaban al marcharse pero igual picaban.
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Alguien con muy mala onda me hace notar que las pinceletas están intactas. ¿Será un montaje para la foto? Tendremos que hacer un peritaje técnico.
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