sábado, 30 de enero de 2010

Montes

Montes es un pueblo casi fantasma. Allí floreció en otro tiempo la remolacha azucarera, con una gran planta de refinado. Ahora sólo quedan galpones deshabitados. Hacia allá marcharon Martín y Joseto para ayudar a reconstruir una escuela. Se dice fácil! Pero en lugar de estar panza al sol en la playa, empuñaron brocha y pinceles y allá fueron. Contentos ellos y contentos los del poblado. Y los tábanos, que pedían permiso antes de picar y saludaban al marcharse pero igual picaban.
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Alguien con muy mala onda me hace notar que las pinceletas están intactas. ¿Será un montaje para la foto? Tendremos que hacer un peritaje técnico.

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