El teclado con pasto me anima a sacarle una foto a esta engrapadora en un ambiente que tampoco es el suyo. La extrañaba. Es que lleva comigo casi 25 años. Y con el asunto de la mudanza ya la daba por perdida hasta que ayer apareció. Es un recuerdo de guerra. ¿Cómo? Si, vino conmigo como recuerdo de la misión con el Ejército en el Sinaí. Claro que allí la guerra más grande era para sacar turno en la cancha de tennis. Pero no hace falta entrar en tantos detalles. Es "información clasificada".
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Y no colabora a mi reputación de médico en medio de feroces combates, que procuro construir para contarles a mis nietos. Ya que a mis hijos, opté por la de amigo íntimo de Toro Sentado y hasta hoy me toman el pelo. Por suerte va quedando poco...pelo. .
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Por tanto, ahora me falta encontrar mis lentes de cerca. Lo veo más difícil. Y los multifocales me vuelven loco. Espero que la próxima mudanza, sea en la que hay que ir ligero de equipaje. Y por supuesto, sin estancias intermedias, como la de ahora.
2 comentarios:
bueno, acá en arboleda, aunque no haya mudanza es una lucha, nunca se sabe donde está la engrampadora ni la agujereadora... los duendes se las llevarán...
la clave es gritar bien fuerte y hechando espumarajos por la boca, "quièn fue el miserable gusano qeu sacó la engrampadora y no la devolviò a si lugar!!!!!"
... después misteriosamente aparece en su cajón, como debe ser...
Los duendes siempre han sido una fuente de problemas!!! Fijate si no los elfos de Howarts.
papá
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