martes, 29 de julio de 2008

Agua

Hay cosas a las que estamos tan acostumbrados que hace falta no tenerlas por un tiempo para valorarlas. Por ejemplo el agua corriente. La casa del Pinar, entre sus encantos más preciados -recogidos en un próximo video denominado “Piñaralgias(ver el video)- tenía agua de pozo. Con bomba eléctrica muy temperamental, automáticamente “descebante” cuando llegabas y más la necesitabas.
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Pero desde este domingo, coincidiendo con la visita de Peco para no olvidarlo, tenemos agua potable de O.S.E. Porque la compañía estaba de paro, pero el domingo de mañana salieron a trabajar y nos conectaron. A pico y pala una muchacha de unos 20 años mientras el hombre conductor de la camioneta daba directivas (!!!!). Y el lunes volvieron al paro, claro está, ¿quién no lo entiende?
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En la foto vemos el banco regalo de la tía Mónica, atrás se ve parte del tronco del cedro de Millán y un vaso de agua fresca. No es un vaso cualquiera. Es uno de aquellos vasos ingleses que deben tener unos 60 años, fuertes como el hormigón, que quedaron en la casa cuando Chichita se la vendió a Giorgio.

4 comentarios:

AleMamá dijo...

Vengo de atrás para adelante poniéndome al día de las andanzas de la familia numerosa que tanto estimo. Nunca quedo defraudada. Siempre pasan cosas grandes ahí.
Un abrazo

AleMamá dijo...

Agua, gran tema que me preocupa -y ocupa- hace mucho. Yo también he vivido en casas de campo con pozos frescos pero como alternativa. Ya había pasado la etapa de absolutamente necesarios.

Cariños de nuevo.

j.a.varela dijo...

Muchas gracias Ale por tu visita. Eres siempre bienvenida.

Juan

AleMamá dijo...

Quería hacerte una confidencia, por eso lo pongo por acá, lejitos del ruido:

El sábado, don Javier Echeverría ordenó de diácono a mi hijo Pablo. Acá lo puedes ver. Encomiéndanos.
Besos