Este platillo de plata que luce la inscripción evangélica "Lo que Dios ha unido el hombre no lo separe" no está habitualmente sobre este mueble. Está discretamente dentro de un cristalero esperando por nuevos usuarios de la familia. Lo saqué ahora para esta entrada de aniversario de casados (31).
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El platillo lo usaron primero Mona y Giorgio, luego sus hijos, entre los que nos encontramos, y luego los hijos de sus hijos. Para el último, el casamiento de Teresa y Eduardo, mandamos a restaurar su baño de plata que ya tenía varias manchitas.
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No es un "amuleto de la buena suerte". Es un testimonio más, de que en aquel día y por diferentes generaciones, los que nos casamos tuvimos muy pero muy claro que era un paso importante y para siempre. Que las alianzas que allí llevaba algún niño de la familia, representaban la fuerza del vínculo matrimonial que íbamos a sellar con nuestro consentimiento matrimonial. Grabado en duro metal, para que el paso de los años no lo borrara.
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Tradición de familia, por otra parte, para que de generación en generación, sintamos todos el santo orgullo de los matrimonios fieles. Tesoro familiar mayor que un patrimonio, un linaje o una historia. Pero sobretodo, legado invaluable para las generaciones siguientes.
1 comentario:
muchas felicidades a los dos! a seguir encomendando por la unidad de tantos matrimonios de por acá y del mundo
slds
m
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