Para esta entrada del 26 de junio, festividad de San Josemaría, elegí una foto del antiguo Vapor de la Carrera. Hace 36 años, varios de nosotros – generación siuv II- nos embarcamos con mucha ilusión en el puerto de Montevideo para desembarcar al amanecer en el puerto de Buenos Aires. ¡Íbamos a conocer al Padre! Un viaje de una noche con sabor a travesía importante, que hoy en día se hace en un par de horas en cómodos catamaranes.
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Por ese entonces éramos estudiantes universitarios de los primeros años que nos habíamos preparado con ilusión. Las tertulias de aquel junio inolvidable están hoy recogidas en películas de fácil acceso en internet, un tesoro invalorable. Y tienen, cada vez que las volvemos a ver, una actualidad impresionante, con el sabor de lo vivido en primera persona, aunque – todo hay que decirlo- cueste mucho reconocernos en la filmación.
Por ese entonces éramos estudiantes universitarios de los primeros años que nos habíamos preparado con ilusión. Las tertulias de aquel junio inolvidable están hoy recogidas en películas de fácil acceso en internet, un tesoro invalorable. Y tienen, cada vez que las volvemos a ver, una actualidad impresionante, con el sabor de lo vivido en primera persona, aunque – todo hay que decirlo- cueste mucho reconocernos en la filmación.
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Cuando han pasado ya tantos años y leemos hoy la documentación de las cosas que sucedían en la Iglesia por ese entonces, épocas de traición y abandono, sólo cabe agradecer una vez más a San Josemaría, que salió a recorrer el mundo con valentía, para predicar el Evangelio y recordar la doctrina de siempre a sus hijas e hijos y a tantos miles de personas que se acercaron a oírle.
Cuando han pasado ya tantos años y leemos hoy la documentación de las cosas que sucedían en la Iglesia por ese entonces, épocas de traición y abandono, sólo cabe agradecer una vez más a San Josemaría, que salió a recorrer el mundo con valentía, para predicar el Evangelio y recordar la doctrina de siempre a sus hijas e hijos y a tantos miles de personas que se acercaron a oírle.
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Pasado el tiempo, sus sucesores siguieron igual camino. Y también nuestro querido Juan Pablo II, así como el Papa actual. Sólo nos caben palabras de agradecimiento.
Pasado el tiempo, sus sucesores siguieron igual camino. Y también nuestro querido Juan Pablo II, así como el Papa actual. Sólo nos caben palabras de agradecimiento.
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