Recuerdos

En este rincón de El Pinar, mamá puso algunos recuerdos que estaban en Millán.

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El "chifle" -cuerno de vacuno usado para beber caña por los gauchos- que trajo Peco de vuelta de su paseo a Rivera con los Alelos y Pelay, hace ya unos cuantos años.

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Luego un farol "a mantilla", recuerdo del campo, cuando no había electricidad. Los mayores se acordarán del "ceremonial" de encender los faroles al caer el sol, con su olor a kerosén y el ruido que producían, darle bomba para que mantuviera intensa la luz, el calentador Primus rezongando en la cocina... Las lámparas Aladdin vinieron después y no necesitaban presión en el combustible, ya que tenían una mecha. Procuraré tomar también una foto de la heladera Servel, que funcionaba a kerosén. Era todo un enigma ver como la llamita azul, que había que hacer coincidir cuidadosamente con la chimenea, lograba que en aquel armatoste se hiciera hielo. A la derecha, se ve también un pequeño farol a kerosén al que le falta el tubo de vidrio, siempre dispuesto a romperse en el momento más inoportuno.

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Finalmente vemos dos tarros pequeños de leche de aluminio. Son de la época en que el lechero pasaba por la puerta de las casas, con la leche fresca recién ordeñada. Yo no viví esa época, advierto por las dudas. Pero en los años 60, cuando el dirigismo estatal y los controles de precios desabastecían los almacenes, volvieron a servir para ir a buscar leche a los tambos de las afueras de Montevideo.

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Nadie piense que estas añoranzas significan aquello de que todo tiempo pasado fue mejor. Lejos de mi. Baste pensar en las "mantillas" que se quemaban desparejas y ahumaban de lo lindo, los dedos quemados de alguna sobrina queriendo tocar el tubo de vidrio (¿sería Majo por casualidad?), los Primus ahogados, la leche cortada... Valen estas cosas para las estancias turísticas. Tres días de estadía y de vuelta a la calefacción central y el aire acondicionado.