De la que hablaré es de la huella del pulgar de mi mujer. Concretamente de la huella de su pulgar derecho. No es que me esté volviendo un Sherlock Holmes. Ni tomando mis precauciones por las dudas de que le vengan intentos homicidas hacia su dulce esposo. Que estoy seguro que cada tanto le vienen. Al igual que a sus amigas vs. sus respectivos, ¡las conozco!
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Así que esta huella delatora no lo es de crímenes, aunque todo puede ser. Lo es de madre ejemplar, entregada, fuerte, batalladora. Es para que cuando pasen algunos años más, sus 10 hijos la tengan en un marco y la besen una y otra vez. Digo dentro de unos años porque si no se pondrá muy vanidosa y no nos dará tregua. Y está bien que la adulemos un poco, se lo tiene ganado, pero ¡tampoco somos kamikazes!
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