Rockwell otra vez a nuestro rescate. Esta pintura de los años 20, conocida como "Swimming hole" viene como anillo al dedo para felicitar a Álvaro por su Santo. A los Álvaros, debí decir, ya que está su tocayo y amigo.
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El swimming hole de Rockwell poco tiene que ver con el del Fragata, no hace falta hacerlo notar. Pero ayer tuvimos que decirle a los críos que las horas de piscina estarían más controladas. Es que les estaban por salir escamas. Y con los ojos rojos, parecían dragones. El "no swimming" del fondo se asemeja a Rogelio, el bañista, que controla los desastres que pueden hacer los Álvaros corriendo en medio de las reposeras de las señoras y señores mayores. Entre los que me cuentan algunas niñitas tontas, que ya nombré en el post del elefante nadando.
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La pintura además no tiene desperdicio. Fíjense en el dedo vendado y la sonrisa sin dientes del pelirrojo en el medio y el "vengan bol..." (traducción libre, ya se sabe) para asegurar fuerza y presencia frente al cartel del fondo.
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Lo bueno de todo es que en el Pinar, en Santa Lucía del Este, en el Fragata o en algún swimming hole escondido, con nubes o con sol, estos niños se divierten como el que más. Sin quejas y "a tope", como dicen los españoles. Acostumbrados a todo, disfrutando de todo.
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Para terminar, el perrito me hace acordar a Fanflis, que debe estar haciendo de las suyas en la cantera del Campo Chico.
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