Pescadores

Peco nos dejó a su partida, sus artes de pesca. Así que hoy por la mañana, padre e hijo menor se fueron a pescar a la playa. Debo decirle a las nuevas generaciones que nunca en mi vida logré sacar del agua ni un zapato viejo. Ni desde la orilla, ni desde el muelle ni por supuesto embarcado, ya que las pocas veces que lo intenté, pasé asomado por la borda con un mareo verde.

Pero hoy estaba nublado, fresco y nos habían abandonado las mujeres de la casa. Debí sospechar que la carita rara que me puso Álvaro frente a mi iniciativa, no era de buen augurio. Pero no me importó y nos pusimos en marcha. Luego de pasar el terrible médano de la famosísima "gorda Nancy", empezamos con la tarea de armar la caña, el reel, poner el anzuelo, la plomada... De carnada Alba nos dio milanesa, por lo que si a los peces no les gustó es que eran tontos re-tontos.

Cuando consideramos que todo estaba dispuesto para lanzar el anzuelo, lo hice con un cierto gesto de solemnidad y heroismo. El viento, que por entonces ni siquiera dejaba avanzar a las gaviotas, cazó la tanza en el aire y nos armó una "galleta" fenomenal. Alvaro sugirió lo del famoso "nudo gordiano". Yo, tozudo y cabezota, opté por desenredarlo.

Total que una vez terminada la tarea, se nos había ido la mañana. Tiempo real de pesca... quizá 10 segundos. Preparativos, deshacer la galleta, retorno y poner las cosas en orden... más de dos horas.

Espero que Alvaro sea discreto y no le cuente el insuceso a algunos amigos pescadores que tengo. Siempre me queda el consuelo de que pescadores y cazadores son todos unos mentirosos. Y esto es lo único que puede salvaguardar mi honra paterna.